Estás perfectamente diseñado para lograr cosas o conseguir objetivos. Adaptado para cubrir tus necesidades. Cuando algo te gusta y te motiva, tus patrones mentales, trabajan en equipo, para conseguir eso que deseas, sin importar los obstáculos del camino. Gracias a la plasticidad cerebral, cuando te enfocas en algo que quieres lograr, se crean las conexiones neuronales necesarias, que te ayudarán a alcanzar tu propósito. Sin embargo tampoco hay que olvidar que el primer objetivo del cerebro, es mantener su supervivencia y para ello, debe tener controlada, en todo momento, su reserva de energía. Por eso hay veces que aplazas cosas importantes para ti y priorizas otras, que no lo son tanto, aunque sí para él.
Creo que es interesante también, mencionar que los precursores de la PNL, estudiando los programas mentales involucrados en las conductas de éxito. Descubrieron que el diálogo interno que generamos, cuando alcanzamos el objetivo, es distinto a cuando NO lo conseguimos. Lo mismo sucede con las imágenes, sonidos y sensaciones que proyectamos a lo largo del proceso hacia la meta. Es decir que los exitosos, eligen implacablemente cómo hablarse, qué decirse y con qué imágenes, sonidos y sensaciones, deben asociarse. Que el diálogo interno o externo, sea contrario, al logro de tu objetivo, hace que se activen otros patrones mentales, que harán que boicotees tus planes, sin darte cuenta. Limitas tus capacidades a través de tus palabras, con discursos redundantes y sin salida.
El cerebro necesita instrucciones claras de cómo operar. Una dirección hacia la que moverse y entonces lo hará. Si no le obligas a nada, se acostumbrará a no hacerlo, sólo cuándo lo considere necesario. Si utilizas las estrategias mentales correctas, el cerebro, caerá rendido a tus encantos y no tendrá más remedio, que ser el motor que te hará cumplir propósitos, que te cuesten más trabajo.
Aprende a comunicarte contigo y con los demás.
El lenguaje correcto, asertivo:
Errores básicos:
– Uso del “NO”: la mente no registra el No, un dato muy interesante. Cuando apelas a diálogos como “no quiero comer chocolate”, tu cerebro te devuelve imágenes, sonidos, sabores y sensaciones, relacionadas con lo que dices que no quieres comer, en este caso, chocolate. Recordándotelo, haciendo que se te antoje. Frases como “quiero comer más sano y equilibrado”, funcionan mucho mejor. «La manzana azul», otra entrada de este blog, te lo explica mejor.
– La palabra “mañana”, confunde a la mente. No es específica, todos los próximos días son mañanas. Hay que concretar y establecer una fecha concreta en el calendario. Lo mismo sucede con expresiones como: “un día de estos”, “la próxima semana”, son términos nada precisos que no facilitan que tu mente se asocie con tus metas.
– Duda sobre el logro: cualquier tipo de vacilación a cerca de tus capacidades para alcanzar tu propósito, provocará que se bloqueé. Se desenfocará del objetivo ante el más mínimo titubeo, ya que consciente de la duda, atenderá a esta.
– El “pero”: es una palabra que suele arruinar o hacer de menos a la frase que le precede. El pero oculta una excusa o varias, e incapacita al cerebro para enfocarse. Y si se desenfoca, y no define debidamente, no atraerá lo que tú quieres.
– El ¿Por qué? y el ¿Para qué?: El por qué te adentra en el problema y en el pasado y el para qué en las posibles soluciones futuras. «¿El para qué?». Otra entrada de este blog, profundiza más en ello.
– Frases o creencias limitantes como: “no puedo”, “no sé”, “no soy capaz” o “no me lo merezco”, orientan al cerebro a creerse lo que oye y si tú no te lo crees, él tampoco lo hará por ti.
Tenemos que estar atentos de nuestro discurso interno y externo, si queremos cambiarlo. Entrenarnos y repetir las veces que haga falta, hasta que la práctica, salga sola o inconscientemente.
Otro factor importante a la hora de definir nuestro propósito, es hacerlo en tiempo presente simple y de manera afirmativa, por lo que anteriormente expliqué con relación al uso del “NO”. Y en tiempo presente simple, porque es el tiempo verbal con el que mejor se identifica el cerebro. Tiempos verbales como “voy a hacer”, pueden apelar al futuro y confundir nuevamente a tu mente.
Te propongo que a partir de ahora, estés muy atento de cómo te comunicas contigo y con los demás, ¿Existe alguna diferencia?. Y lo más importante, si el discurso está en equilibrio con tu objetivo o si por el contrario, dinamita tus planes constantemente.
¿Qué has descubierto?