«El control remoto eres tú.»

Imagina que alguien te obsequia con un coche teledirigido con cámara integrada. Los primeros días de uso, a través del control remoto, lo utilizas casi para todo. Para llevar y traer pequeñas cosas, para observar y fotografiar diferentes espacios, sin necesidad de acercarte a ellos. Sin embargo cuando la novedad, se convierte en costumbre, dejas de darle tanto uso y accionas el piloto automático.

Por tanto, ya no eres tú, quién dirige el coche. Es él, quién se dirige solo. No sabes hacia dónde va y tampoco sabes, cuándo viene a recargarse. Le has dotado de total autonomía.
Aunque pasados unos días, te acuerdas de él y decides desactivar el piloto automático, para que regrese a casa. Tarda bastantes horas en volver a su centro de control. Y cuando así lo hace, apenas lo reconoces. Su deterioro es evidente. Ha perdido el color, está sucio y lleno de golpes. No dispone casi de energía y hace un ruido sospechoso, que alerta de que algo en su interior, no debe funcionar muy bien.

El descontrol por tu parte, al accionar el piloto automático, sumado a las inclemencias del tiempo, más el desgaste desmedido de energía, han ocasionado innumerables consecuencias en tu coche teledirigido.
Así que decides llamar a un técnico especializado que te ayude a repararlo. El coste de la reparación es bastante elevado, debido al estado en el que se encuentra. Asimismo, el profesional también te informa, que es muy probable que el coche, no vuelva a ser el mismo o a un funcionar tan eficientemente, como lo hacía al principio. Ya que muchas de las consecuencias son irreversibles y la vuelta a su estado original, es casi que una utopía.

¿En qué más cosas, sueles accionar también el piloto automático?

¿Cuando piensas, por ejemplo, eres tú quién dirige tus pensamientos, o por el contrario, son tus pensamientos los que se dirigen sólos?

Numerosos estudios, indican que a lo largo del día, lidiamos con unos 60.000 pensamientos. Pensamientos que volvemos a repetir al día siguiente. Entrando así, en el bucle infinito del pensar. Activamos el «modo mente», para no salir de él. De la misma manera, que activas el piloto automático de tu coche teledirigido. Muchos de estos pensamientos están formados por tus preocupaciones diarias, tus culpas, tus vergüenzas, tus frustraciones, tus enfados, tus angustias, tus dudas… Pensamientos nada halagüeños, que en vez de ayudarte a encontrar soluciones a través de ellos, sólo te recuerdan lo desdichado que eres.

La única diferencia entre el coche teledirigido y tú mente, es que gracias a la plasticidad cerebral, tu mente en mágica. Y a pesar del deterioro sufrido por tu malos pensamientos, sus consecuencias, no son irreversibles, si no que con sólo cambiar esos pensamientos, tu mente, puede volver a su estado original.

¿Cuándo desactivas el piloto automático para hacerte con el control de esos pensamientos?

Porque aunque no te lo parezca, el control remoto, eres tú. Como eres tú, quién decide qué pensar a a lo largo del día, para volver a repetirte en los días venideros. Tú sujetas el mando que controla los pensamientos de tu mente. Ya que eres quién piensa esos pensamientos. Y por tanto, el que propicia que te conviertas en ellos.

«En lo que piensas, te conviertes.
Lo que sientes, lo atraes.
Y lo que imaginas, lo creas.»
(Buddha)

¿Qué sueles pensar?

¿Cómo te sientes, después de pensar?

¿Qué imaginas para crear?

No acciones el piloto automático de tu mente, si no quieres que tus pensamientos se descontrolen. Dirige, a través de tu control remoto, esos pensamientos. Piensa primero en quién te gustaría convertirte y cómo te gustaría sentirte, para más tarde, pensar o imaginar en consecuencia. No permitas que tu descontrol, deteriore tu esencia y haz que tu esencia, tome el control.

Y recuerda siempre, que el control remoto, eres tú.

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