Evalúa sin atender a tus exigencias. Se exigente sólo con tu tolerancia y tu flexibilidad. No exijas, tan sólo define tus preferencias.
La manera que tienes de evaluar lo que te pasa, afecta directamente a tu estabilidad emocional. Si tus valoraciones son positivas, tu estado emocional será aceptable, mientras que si tus estimaciones son negativas, afectará en igual medida, esto es, negativamente, a cómo te sientes.
Aunque el baremo que empleamos todos para evaluar, sea muy parecido, no todos valoramos las cosas que nos pasan, de la misma manera. Hay quiénes prefieren el tremendismo a la hora de evaluar un hecho concreto, y otros en cambio, se pasan con el optimismo. También existen términos medios, entre ambos polos, que son precisamente, los que más se acercan a la tan ansiada estabilidad emocional.
Un ejemplo de baremo universal, es decir las notas con las valoramos lo que nos sucede, podría ser:
– Fantástico
– Muy bueno
– Bueno
– Normal
– Malo
– Muy Malo
– Nefasto
Las personas más vulnerables a nivel emocional, suelen evaluar lo que les pasa, con las notas más bajas de la lista, o lo que es lo mismo, empleando adjetivos como, «nefasto», «muy malo», «terrible», «horroroso», «dramático», «catastrófico», «insoportable», «insufrible»… La lista puede ser interminable, lo que está claro, es que todos estos adjetivos, no son nada halagüeños. Las etiquetas que les ponemos a las cosas que evaluamos, siempre están sujetas a nuestros propios juicios personales. Por eso es tan importante la manera que tienes de valorar y de clasificar las cosas que te pasan, porque si evalúas de manera exagerada, puedes perder tu equilibrio emocional.
Cada una de las notas de la lista anterior, esconden una serie de percepciones subjetivas que te hacen exagerar o atenuar, lo que sucede a tu alrededor.
Imagina que cuando llegas a tu trabajo, tu jefe te espera y te invita muy cordialmente a pasar a su despacho. Su expresión y su postura corporal te hace pensar, que no se siente nada cómodo con lo que te tiene que decir. Y es que debido a la situación que está viviendo la empresa, se ha visto obligado a bajarte el sueldo. Te informa también, que esto será de manera provisional y sólo hasta que la situación mejore.
¿Cómo evaluarías esta situación?
¿Como algo normal, ya que comprendes que la empresa no está pasando por su mejor momento, o como algo nefasto e injusto, ya que entiendes que no es problema tuyo, lo que está viviendo la empresa?
Evalúa sin atender a tus exigencias. Si decides tomártelo como algo normal, es porque asumes que aunque te bajen el sueldo, podrás sobrellevarlo. Quizás tengas que apretarte el cinturón, pero peor hubiese sido, quedarte sin empleo. A pesar de que tu situación haya empeorado, podrás seguir siendo feliz, aún con un sueldo más bajito. Por tanto, tu valoración de la situación, no te desestabiliza a nivel emocional, porque tu evaluación de lo que te ha pasado, no ha sido exagerada.
¿Qué pasaría, por el contrario, si la misma situación la hubieses clasificado de manera nefasta, terrible o injusta?
Pues probablemente lo primero que te ocasionaría sería tremenda intranquilidad. Ya que te sentirías vulnerable ante la nueva situación que se te presenta. Si adoptases esta postura, ya estarías exagerando. Y la exageración te puede llevar a la desesperación, haciéndote creer que no puedes ser feliz, con un sueldo más bajo.
¿Y si en vez de bajarte el sueldo, te quedaras sin empleo?
Los seres humanos, en realidad, necesitan muy pocas cosas para ser felices. Mientras tengan cubiertas sus necesidades básicas, es suficiente. La vida está en continuo cambio y nosotros con ella. Ya hemos demostrado que tenemos una gran capacidad de adaptación para sobrellevar las peores situaciones posibles. Aunque para mantenernos estables a nivel emocional, en las peores situaciones, debemos aprender a evaluar lo que nos pasa.
Cuando te sientas inestable emocionalmente, y tras detectar, qué circunstancia ha provocado tu desasosiego, hazte las siguientes preguntas:
¿Cómo estoy valorando esta situación que está sucediendo?
¿La evaluación que he hecho de ella me tranquiliza o me causa intranquilidad?
¿En realidad, la situación es tan nefasta como para no poder soportarla?
Evalúa sin atender a tus exigencias, renuncia a ellas y define cuáles son tus preferencias. Si te mantienes rígido y exigente, entendiendo que las cosas tienen que ser, o que deben ser, sólo como tú crees, no podrás adaptarte a lo que no te esperas, y que no te lo esperes, no quiere decir, que no te pueda llegar. En cambio, si tu preferencia, es tu felicidad, independientemente de lo que suceda a tu alrededor, te será mucho más fácil asumir y aceptar todo lo que te pase, sea lo que sea. Ya que si te mantienes en tu exigencia y no ves más allá de lo que debería ser, según tus más férreas creencias, te va a costar mucho ser feliz, ya que tu preferencia es ser feliz, sólo si las circunstancias se dan cómo tú quieres. Entonces,
¿Tú preferencia, es ser feliz o salirte con la tuya?
No evalúes a la ligera. Ten muy en cuenta cuando haces evaluación de algo, si tus valoraciones te acercan o te alejan de la felicidad. Tu estabilidad emocional está en juego. Despréndete de tu exigencia. Tolera y asume lo que te pasa, sin exagerar. Todo tiene su parte amable. Decide ser feliz, sin preferir tener la razón. Si sólo atiendes a tus exigencias, estas terminarán por decepcionarte. Aprende a ser más tolerante y flexible. La rigidez te aleja de la felicidad, ya que puedes encontrar felicidad en cualquier parte, no sólo en las partes, en las que tú te empeñas en buscar. Sólo cuando dejes de exigir(te), te sorprenderá la felicidad.
Evalúa sin atender a tus exigencias, si tienes que ser exigente con algo, que sea con tu tolerancia y tu flexibilidad. No confundas ser feliz, con salirte con la tuya. Querer tener la razón, no te da la felicidad. La felicidad llega cuando entiendes que ninguna razón, es lo suficientemente confiable, como para renunciar a ser feliz.