No se a ti, pero a mí me resulta tremendamente sorprendente, que después de más de veinte siglos, el hombre, siga cometiendo los mismos seis errores, que en la época clásica. El mundo ha evolucionado en infinidad de aspectos.

¿Y nosotros, en relación al mundo?

A pesar de todos los logros acontecidos en la ingeniería, en el mundo de las comunicaciones, en el comercio, en la ciencia y demás disciplinas, parece que poco hemos avanzado, en relación a nuestro desarrollo personal. Seguimos priorizando y depositando en lo exterior, nuestros mejores avances. Sin embargo, en lo que se refiere a nuestro mundo interno, poco hemos cambiado, porque seguimos cometiendo los mismos seis errores del hombre.

Si analizamos más detalladamente, cada uno de esos errores, que ya definía Cicerón, como los «seis errores del hombre», pocos podrán negar, no sentirse reflejados, si no es en la mayoría, por lo menos, en alguno de ellos.

Vayamos uno a uno:

1. «La ilusión de que las ganancias personales, se consiguen aplastando a los demás».

Hacer de menos al prójimo, o subestimar a los demás, para parecer mejor que ellos, aún sigue estando a la orden del día. Y es que aquellos, que para hablar de sus capacidades, necesitan pisar o desprestigiar a sus oponentes, sin quererlo, ya están mostrando su miedo al fracaso y con él, sus peores cartas. Si confías en ti y en tu potencial, no necesitas aplastar a nadie, porque ya sabes que eres bueno. Así mismo, te alegrarás de que haya otros tan buenos o incluso mejor que tú, a los que poder modelar. Si desmereces, es porque crees, que no te lo mereces. Así que, en vez de juzgar a los demás, quizás debas trabajarte eso, que crees merecer y lo que no.

Existen dos maneras de construir el obelisco más alto del mundo. La primera, consiste en derribar el resto de obeliscos, para que sea el tuyo, el único que destaque. La segunda opción, es construir y trabajar en tu propio obelisco, dando siempre lo mejor de ti. Sin prisas, ni juicios,  tan sólo esperando a ver cómo avanza. Este ejemplo es extrapolable a la política, al trabajo, o a los negocios. Y por su puesto, también es muy útil, en tu vida privada y en cuando a tus relaciones se refiere.

2. «La tendencia de preocuparse por las cosas que no se pueden cambiar o repetir».

O dicho de otra forma, la inutilidad de la preocupación. Que te preocupes, no hará que las cosas cambien. Ya que si no puedes cambiar los acontecimientos, o no tienes control sobre ellos, tu preocupación sólo te costará dolores de cabeza y muchos escapes de energía. Y en el caso de que tengas el control sobre la situación, y puedas cambiarla, ¡Hazlo!, pero deja de preocuparte. Tanto si posees o no, la capacidad para cambiar las cosas, la preocupación no te servirá de nada, así es que, de nada te sirve preocuparte.

3. «Insistir en que una cosa es imposible, porque no podemos conseguirla.»

«Nadie sabe lo suficiente, como para ser pesimista». (Anónimo).

Que tú no puedas concebir una idea, eso no quiere decir, que el resto, sí pueda hacerlo. Elimina la palabra imposible de tu diccionario. Esta sólo habla de tus creencias. No dejes que estas te controlen. Transforma tus ideas limitantes, en otras que construyan y no (te) destruyan.

Imagina que pudiésemos viajar al pasado, en tiempos de Cicerón. Es muy posible, que si les contamos a los hombre de aquél entonces, la verdad, desvelándoles que venimos de otro tiempo futuro, se reirían de nosotros, tachándonos de locos. Ya que serían incapaces de imaginarse, un mundo tan avanzado. Y que no seas capaz de imaginarlo o de visualizarlo, no quiere decir, que no sea posible. Hoy aún no podemos probar los viajes en el tiempo, pero tampoco lo podemos negar para un futuro próximo.

¿O sí?

4. «Preocuparse por las cosas insignificantes de nuestra vida».

Antes ya hablaba de la inutilidad de la preocupación. Pero es que además de ser inútil, hay veces que no tenemos nada en cuenta nuestras prioridades. O eso, o están cambiadas. Muchos siguen preocupándose, por ejemplo, por lo que hace, o deja de hacer el vecino.

¿Crees que esa es una prioridad para ti?

Si atiendes al vecino, dejas de atenderte a ti y lo que es importante para ti. Y es que nada, de lo que haga tu vecino, puede dañarte, si tú no le dejas. Ocúpate de ti y de tus cosas, que los vecinos también tienen cosas en las que ocupar su tiempo.

Esto es aplicable al vecino, como a cualquier otra cosa que no sea una prioridad en tu vida.

Cuando sientas que estás preocupándote en exceso, plantéate lo siguiente:

¿Qué puedo yo hacer al respecto?

Si puedes hacer algo, ponte manos a la obra, y si no, ya sabes lo que no tienes que hacer, preocuparte.

5. «Rechazar el desarrollo y el perfeccionando de la mente, y no adquirir el hábito de leer y de estudiar».

Parece que muchos aún siguen pensando que terminados los estudios obligatorios o formales, ya no necesitamos formarnos más. Porque ya cumplimos con nuestra parte.

La vida requiere una formación continua, porque está en continuo cambio. Y si ella avanza y se actualiza constantemente, tú no puedes ser menos y andar por ahí, desactualizado. La lectura y la formación, enriquece tu vida. No puedes dejar de aprender nunca, porque la vida evoluciona, contigo o sin ti. No dejes de formarte y de crecer. El mundo necesita de tu parte, así es que aporta la mejor versión de ti.

6. «Intentar obligar a los demás, a vivir como nosotros. »

Muchas veces, seguro que te has sentido víctima de quién intenta imponer su propio punto de vista.

¿Y tú, no actúas de verdugo, algunas veces, intentando también, imponer tus opiniones?

Una de las características de las personas más realizadas, es que no tienen la necesidad de controlar ni las ideas, ni la vida de los demás.

«Aprende a cultivar tu propio jardín.» (Voltaire a Cándido).

Concéntrate en tu propia vida y aprende a cultivar tu propio jardín. Porque los demás tendrán que hacer lo mismo con el suyo. Ningún jardín es idéntico entre si. Depende principalmente, de lo que se cultive dentro. No es lo mismo cultivar arroz, que cultivar rosas. Si intentas cultivar arroz, en un invernadero de rosas, probablemente, no tengas cosecha alguna, que recoger. Lo mismo sucede, si intentas cultivar rosas en unos arrozales. Porque se encharcarán sus raíces, para más tarde pudrirse, quedándote sin rosas.

Deja de inmiscuirte en la vida de los demás, porque como tú, los demás también tienen mucho que regar, podar y abonar. No juzgues a nadie porque te parezca que no lo está haciendo bien. Ocúpate siempre, en hacerlo bien, tú. No sigas cometiendo los mismos «seis errores del hombre».

¿Y tú, sigues cometiendo alguno de los seis errores del hombre, o has conseguido evolucionar con la vida?

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