Toda desventaja tiene su ventaja equivalente. Enfócate en la nueva puerta, y no en la que se acaba de cerrar.

Hay veces, que se vuelve complicado darle un sentido optimista a la existencia. Porque la vida también abofetea en determinadas situaciones, hacíendonos tropezar. Algunos días, nos vapulea a su antojo, acompañándonos hacia el filo del abismo. Desde allí, y sin respiración, podemos saltar al vacío, esperar mientras observamos, o retroceder con cuidado. Y en realidad, no tiene importancia, lo que decidamos hacer o el camino que elijamos para llegar, a dónde tenemos que llegar. Porque de alguna manera u otra, siempre llegamos. Más tarde o más temprano, agotados o fortalecidos, triunfantes o alicaídos.

«Un optimista ve la oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.» (Winston Churchill)

El viaje hacia uno mismo no es fácil, ni siempre agradecido. El agradecimiento se da, cuando consigues encontrarte entre tus luces y tus sombras. Habrá días, en los que los claros, te deslumbren y encandilen. En otros momentos , será tu oscuridad la que te ciegue, y no porque no te deje ver, si no porque cuando resplandece su luz, no distingues bien, entre lo que está, y ya se fue. Porque toda desventaja tiene su ventaja equivalente y cuando una puerta se cierra, automáticamente se abre otra, y es por esa nueva puerta, por la que debes transitar.

Todas las experiencias que vives, tanto las buenas, como las menos buenas, tienes que vivirlas, ya que si no lo hicieras, no podrías llegar a ti. Todo lo que te sucede, te conviene, y todo lo que te conviene, te termina sucediendo. Puedes aceptarlo de buen grado, rechazarlo, o luchar contra ello. Si luchas, te agotas, si lo rechazas, te rechazas, y sólo cuando lo aceptas y cedes a vivir la experiencia, tal cual se presenta, avanzas. Renuncia a vivir únicamente lo que quieres que te pase, y ríndete a lo que te pasa. Casi todo tu sufrimiento proviene de tus resistencias y desaparece cuando te entregas a la experiencia.

Imagínate que fueses un salmón a punto de desovar. Sabes que el camino que te queda por recorrer es arduo complicado. Además que debes abandonar la vastedad del mar, para volver al río que te vio nacer. Sin embargo, a pesar de que ya esté sonando la alarma de tu reloj biológico, sientes que has perdido gran parte de tu confianza, mientras te convences que no vas a ser capaz de iniciar el viaje de regreso a casa. Te resistes a embarcar y te entretienes por el camino.

Un buen día y mientras nadas despistado, sin rumbo aparente, te encuentras atrapado por una voraz tormenta. Esta te golpea con violencia y no encuentras refugio en el que poder acomodarte. La tempestad dura varios días y sientes en tu cuerpo sus efectos secundarios. Has perdido gran parte de tus escamas y tienes algunas cicatrices en tu cola.

Cuando llega la calma, observas a tu alrededor, pero no consigues encontrar a ningún salmón conocido, con el que compartir tu angustiosa experiencia. Sospechas que es muy probable, que todos los de tu misma especie, se hayan embarcado ya en su gran viaje. Lo que te hace recapacitar. A pesar de tus heridas,  ¡Has superado la tormenta!. Demostrándote así, que puedes hacerte cargo. Ahora te sientes muy capaz y lleno de confianza. Entendiendo que era el rechazo a no querer avanzar, lo que alimentaba esa desconfianza.

«Toda desventaja tiene su ventaja equivalente, si te tomas el trabajo de encontrarla.» (W. Clement Stone)

Así fue como el salmón aprovechó, la ventaja en la desventaja de la tormenta, y habiendo aprendido la lección, se rindió al ciclo de los acontecimientos, comenzando con su viaje de regreso.

¿Y tú, trabajas en encontrar la ventaja, en la desventaja?

Cuando pierdes la confianza en ti, en la vida, o en los demás, se vuelve costoso recuperarla. Aunque la vida siempre te ofrece nuevas oportunidades de poder hacerlo. Quizás tengas que pasar por alguna voraz tormenta, para entender que eres muy capaz de hacerte cargo. Y es que a pesar de las duras tempestades a las que tengas que enfrentarte, siempre puedes aprovechar la calma de después, para encontrar la ventaja en la desventaja, y retomar tu camino de vuelta a casa.

«Es la ley de la vida, que cada vez que se nos cierra una puerta, se nos abre otra. Lo malo es que con frecuencia, miramos con demasiado ahínco hacia el pasado, y añoramos la puerta cerrada, con tanto afán, que no vemos la que se acaba de abrir.» (Albert Schzweitszer)

Toda desventaja tiene su ventaja equivalente, ya que las ventajas, surgen de las desventajas. Como las oportunidades nacen de las crisis, y las puertas abiertas, emergen de otras que se cierran. No te cierres a lo nuevo, ni mires con ahínco hacia el pasado. Ábrete a lo que está por llegar, y a las ventajas de tu nuevo futuro.

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