Tu niño interior te grita: ¡No huyas!.

Voy a comenzar a compartir contigo, una serie de entradas que creo que te pueden ayudar muy mucho, en tu proceso de auto-conocimiento. En ellas exploraré una serie de heridas, que surgieron en tu infancia y que es muy posible, que aún hoy, algunas de ellas, sigan abiertas. Semanalmente colgaré una entrega y diseñaré un vídeo que compartiré en mi canal de Youtube, para acompañarte en tu proceso:

https://www.youtube.com/watch?v=9vVzEyqs1J4&t=14s

Espero que sean de tu agrado y que te ayuden tanto, como a mí lo hicieron. Mañana colgaré el primer vídeo, con relación a las heridas, en mi canal. Si te apetece, puedes subscribirte y así Youtube te irá avisando, conforme vaya subiendo más.

¡Así que empezamos!.

Imagina que tienes una herida abierta, que se ha vuelto invisible. Sólo tú la ves y la sientes. Tu entorno no es consciente de ella, aunque como se ha vuelto invisible, sí que pueden tocarla y hacerte daño, sin querer. Porque los demás no saben dónde está tu herida, sólo tú lo sabes. Cuando la tocan, sin ser esa su intención, tú les culpas por tu dolor. Sin embargo, lo que te duele, no es que toquen tu herida invisible, si no que te recuerden, que aún tienes una herida abierta y sin curar.

Esta herida o heridas, suelen venir de muy lejos, de tu más tierna infancia. Algunas de ellas, de tanto obviarlas, te ha podido parecer que ya han desaparecido. Sin embargo, siguen en ti, esperando a que te ocupes de ellas. Esperando a que las sanes, con tu medicina de adulto. Cuando eras niño, no disponías de todos los recursos que tienes hoy, por eso es hoy y ahora, el momento perfecto, para ponerte manos a la obra.

«No puedes reparar aquello, que no sabes que está roto.» Quizás tengas la sensación, que no tienes partes rotas, o lastimadas. Incluso, puede ser que no sea una sensación, si no tu verdad. Si fuera así, te felicito por ello. Aunque mi sensación, es que si estás leyendo esto, es porque algunas de tus partes, te han traído aquí, para que las sanes cuanto antes.

¿Cómo recuerdas tu infancia?

¿Qué recuerdas de ella?

Porque las heridas a las que me refiero, provienen de tu infancia. Es tu niño interior el que sigue herido. Él no sabe cómo sanar tus heridas. En cambio, tu parte adulta, es el médico o enfermero perfecto, para curar, lo que durante tanto tiempo, ha sido causante de tu dolor y de tu enfermedad.

Y como tu herida, o heridas, siguen abiertas. Has de saber, que durante todo este tiempo, has empleado todo tipo de vendajes y remiendos para ocultarlas. Y así la herida o las heridas, no respiran bien. Las has tapado con diferentes disfraces, que has tenido que elegir, para esconder tu dolor. Y esos disfraces, te han hecho interpretar diferentes papeles, privándote de ser tú. Cada vez que interpretabas un papel, más te comprometías con el disfraz, y menos con el que estaba debajo de ese disfraz, tú mismo. Te acostumbraste a interpretar. Incluso, muchas noches, te ibas a la cama con ese disfraz. No lo abandonadas ni para soñar.

Así que es posible, que antes de reconocerte con la herida, te identifiques primero, con el disfraz, o con el papel que has tenido que interpretar para tapar esa herida o heridas. Sea lo que sea con lo que te identifiques, no lo rechaces, acéptalo para aceptarte. Acéptalo para abandonar ese disfraz y dejar de interpretar algo que no eres.

Hoy voy a hablar de la primera herida, y del primer disfraz. Donde tu niño interior, te grita: ¡No huyas!.

La primera herida es la del RECHAZO. Y el primer disfraz, es el del «ESCAPISTA». Es la herida que antes se manifiesta, durante el primer año de vida.

Como en tu infancia te sentiste rechazado, huyes o escapas de las situaciones, para evitar, que se vuelva a producir otro rechazo. Otras veces, serás tú, quién inconscientemente, provocará nuevas situaciones, para volver a revivir ese rechazo y así poder huir o escapar de ellas. Y es que hasta que no sanes tu herida del rechazo, no vas a dejar de sentirte rechazado, y tener la necesidad de huir o escapar.

Lo primero que has de comprender, es que nadie te rechazó. Tú lo interpretaste así. Cada cual, actúa siempre de la mejor forma que sabe, y con los recursos, que tiene a mano en ese momento. Lo que pasó, no lo hicieron para hacerte daño o para rechazarte. Lo hicieron como supieron hacerlo, o simplemente revivieron, su propia historia. Porque tu progenitor o progenitora, tampoco ha sanado su herida. Y hasta que no lo haga, seguirá repitiendo como tú, las mismas cosas, e interpretando con los mismos disfraces.

Normalmente, este rechazo se da con el progenitor, del mismo sexo. Con el progenitor, o con el que haya sido tu progenitor, en ese momento. Si indagases un poquito en tu historia familiar, es muy posible, que a este progenitor, también le sucediese lo mismo que a ti. Esto es, que también sufriese de rechazo por su progenitor o progenitora del mismo sexo, es decir, por tu abuelo o tu abuela. Las historias se repiten una y otra vez, hasta que alguien se encarga de sanarlas. Y quizá esto, te ayude a comprender mejor, porqué tu mamá o papá, tu tutor o tutora, actuaron cómo lo hicieron.

Voy a enumerar algunas características de la PERSONALIDAD o del CARÁCTER de las personas que padecen la herida del Rechazo:

– Suelen tener bastantes dificultades para dejar salir a su niño interior. Lo rechazan. Se avergüenzan de él.

– Se sienten incomprendidos, «rechazados» y por evitar esto, se dan a la fuga, en cuanto sospechan, que podrían hacerles daño.

– No suelen percibirse como seres completos, por no sentirse aceptados. Siempre les falta algo, sin darse cuenta, de que es su propia aceptación.

– Suelen tener facilidad para disociarse del mundo que les rodea. Cuanto menos asociados se mantengan, menos les duele y menos sentirán ese rechazo.

– Tienden a aislarse. Les gusta la soledad. A solas, no pueden ser rechazados por los demás, mas que por ellos mismos.

– Les encantaría poder hacerse invisibles. Pues les encanta pasar desapercibidos y no llamar la atención.

– Poco habladores.

– De pocos amigos.

– Se creen con menos valor, de lo que son. No creen que merezcan ser escuchados. No suelen compartir sus opiniones, a no ser que se las demanden.

– Pasan del odio al amor, con bastante facilidad.

– Son extremadamente perfeccionistas. No se pasan ni una. Piensan que si son perfectos, no serán rechazados. Y huyen de la imperfección.

-Suelen ser bastante intelectuales. Nunca se cansan de aprender y cultivarse. El aprendizaje es su alimento más preciado.

-Se suelen desapegar de lo material. No encuentran en valor en los bienes materiales.

– El mayor temor del ESCAPISTA es el PÁNICO. Desde donde se bloquea y se escapa en cuanto puede.

Desconozco si te habrás sentido identificado con alguna de estas descripciones. Desde luego, tampoco tienes que reaccionar a todas ellas. Mientras tengas más de la mitad, puede ser suficiente.

Por eso tu niño interior te grita ¡No huyas!, para que te des permiso a ser tú mismo.

Y como la mente, o tu parte consciente puede engañarte, porque suele rechazar, lo que no quiere ver, y prefiere seguir disfrazándote. Tu cuerpo ni puede, ni sabe engañarte. Las características físicas de las personas que han sufrido rechazo son las siguientes:

– CUERPOS delgados, estrechos, fragmentados. En ocasiones pueden parecer infantiles. Hombros echados hacia delante y brazos pegados al cuerpo. Algunas partes del cuerpo, pueden parecer poco evolucionas, sin estar formadas del todo. Pueden encorvarse y contraerse. Los ojos suelen ser pequeños, ausentes y asustadizos, como si llevasen un antifaz.

También tiene sus propias preferencias en cuanto a su ALIMENTACIÓN.

Para huir, prefieren los alimentos azucarados. Toman pequeñas raciones. Y suelen perder el apetito a causa de sus fuertes emociones. Para disociar o escapar pueden consumir drogas o alcohol. Tienen predisposición a la anorexia.

Las ENFERMEDADES que suelen somatizar en su cuerpo, son los problemas cutáneos, dermatitis o alergias. No desean que les toquen y esta es su reacción.

– Pueden sufrir de vómitos y desmayos. El cuerpo rechaza, lo que no acepta. Y en el caso del desmayo, es el mejor método para huir, perder la consciencia.

– Las arritmias y las taquicardias también se les suelen manifestar. Ya que como antes mencioné, su mayor temor, es el pánico. Las arritmias y las taquicardias, les preparan para escapar.

Y bajo ese disfraz de ESCAPISTA, lo que oculta y lo que realmente es, la persona que sufre la herida del RECHAZO es:

– Un persona capaz de asumir y gestionar muchas responsabilidades, con una gran aptitud para trabajar duro.

– Son muy espabilados con grandes capacidades creativas, para inventar e imaginar.

– Particularmente son aptos para trabajar solos.

– Capaces de resolver situaciones de urgencia.

– Pueden vivir solos o en compañía, fácilmente adaptables a cualquier situación.

Por eso tu niño interior te grita: ¡No huyas!. Porque tienes mucho que compartir. Lo único que consigues huyendo o escapando, es privar al mundo de tus dones. Y tienes muchas cosas buenas que aportar. No permitas que gane tu herida. Sánala y empieza a vivir, de verdad.

Es posible que tu cuerpo muestre una cosa y que tu mente o tus heridas, sientan otra bien distinta. También es posible que no sólo portes una herida, si no más. No te apresures a etiquetarte, hasta que conozcas todas las heridas y todos los disfraces.

La próxima semana hablaré de la Herida del ABANDONO, cuyo disfraz es el del DEPENDIENTE o el del APEGADO.

No te lo puedes perder.

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