Tu niño interior te pide: ¡No seas Cruel!. La crueldad que ejerces sobre ti mismo y el masoquismo que proyectas hacia los demás, no te permiten obtener esa libertad, que tan importante es para ti.

En la entrada anterior exploraba la herida del ABANDONO y su disfraz del DEPENDIENTE.

Tu niño interior te susurra: ¡No te apegues!.

¿Has tenido tiempo para para revisar tu historia y analizar si tienes algún síntoma, que se corresponda con las heridas exploradas?

¿Qué disfraces guardas en tu armario?

Quizá, ninguna de las heridas ya exploradas: ni la de RECHAZO, ni la de ABANDONO, se corresponden con tus comportamientos o con tu malestar interior.

¿Has reconocido, a lo mejor, a alguien de tu entorno, que utilice el disfraz del ESCAPISTA o del DEPENDIENTE?

El auto-conocimiento es imprescindible para tu transformación. Si no te conoces, o no sabes lo que sucede dentro de ti, es muy difícil que puedas cambiar lo que no anda del todo bien. Puedes percibir que haya algo que te cause malestar. Pero si en vez de indagar en ello, lo escondes con algún disfraz, para evitarte sufrir, lo único que vas a conseguir es ser otra persona, manteniendo tu dolor. Como el darse cuenta es el primer paso para el cambio, el dolor es la brújula que te indica, que vas por buen camino.

Hoy exploraré la herida de la HUMILLACIÓN, cuyo disfraz es el del CRUEL o del MASOQUISTA.

Como en tu infancia te sentiste humillado, esto es, despreciado, ofendido y degradado. En tu presente, para evitar que los demás sigan cometiendo tales vejaciones contigo, las cometes tú contigo. Eres CRUEL y despreciable contigo mismo. Te olvidas de tus necesidades para atender a las de los demás. Ya que no crees que tus necesidades tengan importancia. Tu prioridad, son los demás, no tú. Y cargas peso en tus hombros, que no te pertenece. Es un peso que te hunde, y que te quita libertad. Por eso tu niño interior te pide: ¡No seas Cruel!

De todas las heridas, es la que más VERGÜENZA, sufre entre sus yagas. Te avergüenzas de tu cuerpo, de tu ser, de tu comportamiento. Por eso te desatiendes, para atender a los demás. Tapas tu vergüenza con el disfraz del CRUEL o el MASOQUISTA. Te ríes de ti, despreciándote desaforadamente.

Es una herida que surge durante el primero y tercer año de vida. Causada por una carencia de libertad debido al control extremo de un progenitor. Lo que te hizo sentirte humillado. Y aunque la libertad es fundamental para ti, no la priorizas, ya que te llenas de responsabilidades ajenas, que te hacen olvidarte de ti mismo.

Como sucede con todas las heridas, nadie quiso humillarte o despreciarte durante tu infancia. Lo que hicieron contigo, es lo que supieron hacer. No tenían más recursos adquiridos para hacerlo mejor. Tú ansiabas más libertad, pero quién te cuidó, confundía el control con el amor, y eso fue lo que te entregó. Su amor confundido. No podía entregarte libertad, porque para él, tu libertad, no era amor.

La herida de la HUMILLACIÓN se suele dar con la madre, o en su defecto, con el progenitor que se encargue de la educación y del desarrollo físico del niño. Como también suele suceder con todas o casi todas las heridas, si revisas tu historia familiar, es muy probable, que tu mamá también sufriera de HUMILLACIÓN por parte de su madre, o tu abuela.

Las características más representativas de la personalidad y del carácter, de las personas que sufren de la herida de la HUMILLACIÓN, son las siguientes:

– Sufren de tal grado de vergüenza que se avergüenzan de sí mismos y de los otros. Y temen avergonzar a los demás.

– No les gustan las prisas.

– Aunque conozcan sus necesidades, las ignoran. Prefieren atender las necesidades de los demás.

– Llevan una gran carga emocional sobre su espalda. Se responsabilizan de lo que no les pertenece.

– Intentan controlar a los demás, para evitar su vergüenza.

– Se desprecian a si mismos. Consideran que son crueles y desagradables.

– Siempre se las ingenian para no ser libres. Ya que para ellos ser libres, significa ser ilimitados. Así que se auto-limitan.

– Si carecen de límites, temen desbordarse.

– Desempeñan el papel de madres.

– Son hipersensibles.

– Se castigan, creyendo que así, castigarán a otros.

– Desean ser dignos y merecedores.

– Viven en el desagrado continuo.

– Se compensan y descompensan comiendo.

– Les gusta mediar y conciliar entre conflictos.

– Utilizan la risa y el humor, para ocultar el dolor que sienten.

– Necesitan sentirse útiles.

– Les encanta contar sus historias.

Como con todas las heridas, es muy posible que poseas ciertas correspondencias con estos comportamientos. No tienes porqué identificarte con todos ellos. Para sufrir la herida de la HUMILLACIÓN, con que se correspondan más de la mitad de estas características, puede ser suficiente.

Recuerda que tu niño interior te pide: ¡No seas Cruel!

Y como a tu mente, le encanta mentirte o despistarte, porque hay veces que no está preparada para ver ciertas cosas. Quizás tengas que fijarte mejor en tu cuerpo, para determinar si sufres de esta herida.

El CUERPO de las personas que sufren de la herida de la HUMILLACIÓN es grueso, rollizo y con talle corto. El cuello también es grueso y abombado. Normalmente padecen tensión tanto en el cuello, como en la garganta, mandíbula y pelvis. Suelen tener la cara redonda y los ojos grandes y abiertos, en los que muestran su inocencia, como los ojos de un niño.

Se decantan por una ALIMENTACIÓN rica en grasas. Ya que se compensan y descompensan, comiendo. Les encanta el chocolate y suelen ingerir, muchas porciones pequeñas. Sienten vergüenza de comprar golosinas, y se castigan por ello, comiéndoselas. Pueden sufrir de bulimia.

En cuanto a las ENFERMEDADES que pueden padecer son:

– Las irritaciones cutáneas.

– Enfermedades respiratorias, como asma.

– Anginas o laringitis.

– Problemas en la espalda. Principalmente en la parte alta, debido al peso que suelen soportar.

– Disfunciones hepáticas.

– Trastornos en la tiroides.

– Hipoglucemia o diabetes.

– Problemas del corazón.

Debajo de ese disfraz de CRUEL o MASOQUISTA, se esconde una persona:

– Audaz y aventurera.

– Capaz de desenvolverse en diferentes espacios.

– Conocedora de sus responsabilidades.

– Sensible a las necesidades de los demás.

– Un gran mediador y conciliador.

– Jovial y divertido. Sabe cómo hacer sentir cómodos a los demás.

– De naturaleza generosa y altruista.

– Reconoce sus talentos y dignidad. Orgulloso de sí.

¿Qué te ha parecido?

¿Te has reconocido en algo?

¿Y a ciertas personas de tu entorno?

Tu niño interior te pide: ¡No seas cruel, ni masoquista!. Quítate ya ese disfraz. No te escondas ni te ocultes. Lo mejor de ti, está debajo de todas esas capas con las que te cubres. Que no te asuste sentirte libre y liberado. Porque es en realidad, la sensación que anhelas. Llevas demasiado tiempo cargando con cosas que no te pertenecen. Despréndete de ellas y emprende ya tu vuelo de regreso a casa.

Ya sólo nos quedan explorar, dos de las cinco heridas. El próximo día explicaré la herida de la TRAICIÓN, que quién la sufre, emplea el disfraz del CONTROLADOR.

No te la puedes perder.

Te dejo el enlace del vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=uKzuv_GN1zc&t=4s

 

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