Un hombre completamente feliz, no se mide por lo que tiene, si no por lo que es, con lo que tiene. Porque el tener no te hace ser, y es que ser, es lo único que tienes.
La felicidad es un estado del ser y nada tiene que ver con la acumulación de bienes materiales. Ya que puedes ser muy rico y sentirte desdichado al mismo tiempo. Puedes estar rodeado de riquezas, pero estas no tienen porqué llenar tus carencias esenciales, tan sólo hacen bulto en tu cartera. No se trata de soñar con todas esas cosas que te faltan, si no de construir tu sueño, con lo que ya tienes.
¿Lo que tienes te define, o lo que te define es precisamente, lo que eres, cuando haces caso omiso a lo que tienes?
Si te defines por lo que tienes, no eres. En cambio si te identificas con lo que eres, lo que tienes, te será suficiente.
Te cuento una historia:
Hace ya mucho, en un reino muy lejano, había un rey cuyo poder y riqueza eran tan enormes como profunda era la tristeza que cada día le acompañaba. Lo tenía todo y aun así no conseguía ser feliz, siempre sentía que le faltaba algo. Un día, harto de tanto sufrimiento, anunció que entregaría la mitad de su reino a quien consiguiera devolverle la felicidad.
Tras el anuncio, todos los consejeros de la corte comenzaron a buscar una cura. Trajeron a los sabios más prestigiosos, a los magos más famosos, a los mejores curanderos… incluso, buscaron a los más divertidos bufones, pero todo fue inútil, nadie sabía cómo hacer feliz a un rey que lo tenía todo.
Cuando, tras muchas semanas, ya todos se habían dado por vencidos, apareció por palacio un viejo sabio que aseguró tener la respuesta:
“Si hay en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Solo tenéis que encontrar a alguien que, en su día a día, se sienta satisfecho con lo que tiene, que muestre siempre una sonrisa sincera en su rostro, que no tenga envidia por las pertenencias de los demás. Y cuando lo halléis, pedidle sus
zapatos y traedlos a palacio. Una vez aquí, su majestad deberá caminar un día entero con esos zapatos. Os aseguro que a la mañana siguiente se habrá curado”.El rey dio su aprobación y todos los consejeros comenzaron la búsqueda. Pero algo que en un principio parecía fácil, resultó no serlo tanto: pues el hombre que era rico, estaba enfermo; el que tenía buena salud, era pobre; el que tenía dinero y a la vez, estaba sano, se quejaba de su pareja, o de sus hijos, o del trabajo…
Finalmente se dieron cuenta de que a todos les faltaba algo para ser totalmente felices.Tras muchos días de búsqueda, llegó un mensajero a palacio para anunciar que, por fin, habían encontrado a un hombre feliz. Se
trataba de un humilde campesino que vivía en una de las zonas más pobres y alejadas.El rey, al conocer la noticia, mandó buscar los zapatos de aquel afortunado. Les dijo que a cambio le dieran cualquier cosa que pidiera.
Los mensajeros iniciaron un largo viaje y, tras varias semanas, se presentaron de nuevo ante el monarca.
-Bien, decidme, ¿Lo habéis conseguido?. ¿Habéis localizado al campesino?
-Majestad, tenemos una noticia buena y una mala. La buena es que hemos encontrado a un hombre completamente feliz. Le estuvimos observando y vimos la ilusión en su mirada en cada momento del día. Hablamos con él y nos recibió con una amplia sonrisa y con la alegría reflejada en sus ojos.
-¿Y la mala? -preguntó el rey impaciente.
-Que no tenía zapatos.
(Cuento extraído de «Cuentos para quedarse en casa» , de Eloy Moreno)
Este rey lo tenía todo, en cambio el campesino no tenía ni zapatos, ya que no los necesitaba para sentirse plenamente feliz. La diferencia entre uno y otro, es que el rey, creía que su felicidad se encontraba fuera, mientras que el campesino, sabía que se encontraba dentro.
La fortuna no está en lo que tienes, si no en lo que eres, con lo que ya cuentas. Si te empeñas en encontrarla en unos zapatos, que ni siquiera son de tu talla, estos te harán heridas y no te permitirán caminar. Muchas veces, para caminar, no necesitas los mejores zapatos, o los más caros, porque quizás tu felicidad, está en caminar descalzo, mientras sientes el suelo
Asimismo, en vez de perder la felicidad, lo que en realidad pierdes, es la perspectiva correcta, para poder hallarla en cualquier espacio. Porque cualquier lugar puede hacerte feliz, si ya eres feliz. Sin embargo, si te enfocas en tus carencias, para alcanzar tu felicidad, la abandonas, porque olvidas lo que tienes, por lo que podrías tener. Y lo que podrías tener, no te deja ver lo que eres, que al fin de cuentas, es lo único que siempre tienes.
Un hombre completamente feliz, se siente completo con lo que es, aunque sea imperfecto.
«Todo lo imperfecto es movilizador del cambio.»
Lo perfecto, no tiene la capacidad de movilizarte, tan sólo lo imperfecto, hace que te muevas hacia la dirección correcta. Además que lo perfecto no existe en tu realidad, es tan sólo una trampa de tu mente, que te hace creer, que es posible conseguir esa perfección. Pero esto es tan sólo una ilusión de tu mente insaciable, que siempre aspira a más, cuando en realidad, para sumar, muchas veces, tienes que aprender también a restar.
Un hombre completamente feliz, es el que para sumar, aprendió también a restar.
¿Y tú, sumas o restas?